lunes, 23 de noviembre de 2015

Para la gente común, su poco de música común…


Por Arnoldo Fernández Verdecia. 

Algunas vez se ha preguntado sobre la música que escuchaba José Martí en su tiempo; si podría considerarse una persona actualizada en la citada materia; si lo que era moda en los asuntos del gusto musical lo influenciaba de tal manera que lo hacía esclavo de los mismos. Hoy proponemos un acercamiento a un libro que nos actualiza sobre estos tópicos: "José Martí y la música", de Salvador Arias. ¿Por qué nos actualiza? 

Los tiempos vividos por Martí fueron de gran desarrollo técnico y científico, como también artístico; no olvidar que una de las grandes conquistas de la sensibilidad humana fue el fonógrafo, pues permitía escuchar música en el lugar y momentos preferidos. Para el Maestro era un objeto imprescindible, incluso le adjudicaba posibilidades que los pesados cilindros de cera podrían cumplir, entre las que menciona: dictar cartas en la casa para ser escuchadas luego por el destinatario, grabar poemas, en fin humanizar la palabra para provocar el deleite de disfrutarla entre amigos y familiares. Se dice que Martí grabó muchos de sus poemas y fijó su voz para la posteridad, lamentablemente no se ha podido dar con la existencia de estas grabaciones.

Creemos que Martí fue sobre todas las cosas un fervoroso oyente. No debemos ubicarlo como un crítico musical, porque realmente no lo era. Todo lo que dejó escrito sobre esta materia, debemos comprenderlo desde la condición de oyente iluminado por la poesía. Martí apreciaba la música desde el punto de vista emocional.

Partimos del supuesto, expresado por el propio Martí de que “la música es la más bella forma de lo bello”; incluso fundamentada por el mismo con palabras luminosas: “La música es más bella que la poesía porque las notas son menos limitadas que las rimas: la nota tiene el sonido, y el eco grave, y el eco lánguido con que se pierde en el espacio: el verso es uno, es seco, es solo: -alma comprimida- forma implacable – ritmo tantísimo”.

Al músico que Martí más admiró en su formación inicial fue a Teófilo Gautier; disfrutaba la elegancia y el color de sus creaciones, sobre todo por la presencia del arte griego en sus composiciones.

Martí decía que lo popular no es garantía de calidad alguna. Sus palabras para fundamentarlo tienen un fuerte aliento a contemporaneidad: “Para la gente común, su poco de música común, porque es un pecado en este mundo tener la cabeza un poco alta que la de los demás, y hay que hablar la lengua de todos, aunque sea ruin, para que no hagan pagar demasiado cara la superioridad. –Pero para uno en su interior, en la libertad de la casa, lo puro y lo alto”. Por eso sus preferidos eran Wagner, Verdi, Bellini, Mozart, Chaikovsky, Schubert, Andel, Liszt, Bach y Schumann. Uno en especial gustaba más a Martí: el polaco Federico Chopin: “solo ama y entiende a Chopin quien le conoce a la música lo más fino y misterioso del alma”. A los músicos cubanos los ignora prácticamente por no estar a la altura de su gusto musical. El violinista José White, es el único que arranca sus elogios sinceros.

Otro detalle quizás ignorado en otros acercamientos es su condición de autor de la letra de algunas canciones, como El proscrito, conocida por la gente en la emigración con el nombre “La canción del Delegado”. La letra decía así: 
“Cuando proscrito en extranjero suelo La dulce patria de mi amor, soñé 
Su luz buscaba en el azul del cielo 
Y allí su nombre refulgente hallé. 
Perpetuo soñador que no concibo 
El bien enajenado que entre sueños vi. 
Siempre dulce esperanza conmigo, 
Allí estará en mi tumba junto a mí.” 

Hasta aquí, solo he reseñado alguno de los méritos de José Martí y la música, de Salvador Arias; el resto sugiero encontrarlo en la lectura emocional y crítica del libro en su conjunto, quizás al final comprenda que para lo alto del espíritu hace falta entrenar el oído.

martes, 17 de noviembre de 2015

Valoraciones críticas de la sociedad cubana actual desde el pensamiento de José Martí (II parte-final)



Ser radical en la concepción martiana es ir a la raíz de los males y no quedarse en la superficie.
Por Luis Enrique Jerez.  

No debemos temer a los cambios en Cuba, prepararnos para ellos es una premisa existencial, estructural y funcional. Uno de los problemas es la resistencia de algunos directivos, para cambiar de mentalidad y darle paso al talento real, sin ver fantasmas, sacados más de la imaginación proteccionista que de las realidades.

La moneda cubana, el peso, se ha desvalorizado, en compensación nuestro proyecto ofrece la salud, educación  gratuitas, la independencia y la dignidad, la cual tantos añoran en el mundo, más estas y otras bondades del sistema no le bastan al obrero que pretende vivir de su salario, aunque este sea un profesional, los precios se disparan y los productos de la canasta básica que son por ciertos subsidiados por el Estado no alcanzan, por lo que muchas personas buscan  otras alternativas, algunas de las cuales no son ni éticas, ni viables, para el perfeccionamiento de las personalidades y tampoco contribuyen en la educación en valores, alejándose en la praxis del ideal martiano.

Tal vez el descontrol y el soborno sean como las malas yerbas, que se cortan y retoñan. Ser radical en la concepción martiana es ir a la raíz de los males y no quedarse en la superficie, actuar sobre las causas y no sobre las consecuencias es una manera de interpretar al Maestro adecuadamente.

La rutina es una plaga que amenaza convertirse  en una pandemia. Las justificaciones son el ánimo que tratan de darse los incapaces de crear. La revolución no es un proceso hecho de una vez y para siempre, ella se construye y reconstruye todos los días, con todos y por todos, no es una obra de minorías encumbradas, sino de grandes masas, con los pies bien puestos sobre la tierra, para descubrir los aciertos y los errores.

La patria no es un simple pretexto, no debe ser un trampolín para buscar ventajas materiales, es el horno laborioso donde ofrecer lo mejor de cada quien, sin menoscabo de nadie. Ningún brazo es débil para sostener la bandera, ninguna voz es tenue como para no ser escuchada. Le asistió la razón a Carlos Marx cuando afirmó: “El hombre piensa  según vive”, en eso como en otras cosas no se equivocó. Sucede que algunos de los que viven en centros o capitales, se estiman sobre un pedestal  y desdeñan a los provincianos. ¿Qué decir de los que nos ubicamos en la periferia, en los municipios, o más allá en los pueblos aldeas, recodos, campos y montañas?

Los deberes  son de todos como también los derechos, tal como nos enseñó Martí, el talento debe tomarse en consideración venga de donde venga, parafraseando sus ideas: No importa si su linaje es de cuna de bordes decorados o de hamacas desteñidas.

El sol nace para todos. Somos materia estelar viviente. Con este planeta se está comprometido, en la búsqueda del equilibrio del mundo en lo ecológico y en lo ético y estético, y en la conservación de todas y cada una de las especies.

La medida es una categoría fundacional, encontrar el justo centro en los modos de pensar y actuar, sigue siendo un reto para las presentes y futuras generaciones. Si  se desea perfeccionar el proyecto social socialista, debe estudiarse el pensamiento y acción revolucionaria de José Martí, de hecho es una de nuestras prioridades para interpretar mejor las realidades y acometer acciones de transformación que lleven al desarrollo progresivo en la lucha contra la pobreza, el bloqueo económico y todo lo que dificulte la felicidad de nuestro pueblo.

Valoraciones críticas de la sociedad cubana actual desde el pensamiento de José Martí (I parte)



La estrella que ilumina y mata, debe dar una estocada filosa a la araña del burocratismo...
Por Luis Enrique Jerez. 



¨La crítica es siempre difícil y sólo una vez noble: cuando señala defectos pequeños de un carácter que vale más que sus defectos, cuando… censura las ideas esenciales con alteza de miras e imparcialidad  y serenidad de juicio". José Martí 

Hacer una interpretación de la sociedad cubana actual desde la percepción del pensamiento martiano, entraña un reto tremendo, toda vez que se trata de un proyecto social inédito y perfectible. Cuando esta visión se hace desde una posición revolucionaria en el verdadero sentido de lo que implica una revolución que se construye y reconstruye todos los días y donde no se aspira a trazar pautas, sino la reflexión crítica de nuestras realidades, reconociendo el camino recorrido, pero despojado del triunfalismo estéril y del dogmatismo paralizante, entonces el reto crece. 

El compromiso es mayor si se trata de un martiano convencido, que no sugiere en modo alguno una ruptura con nuestro proyecto social, sino que pretende perfeccionar el mismo desde la realidad, que a algunos le puede resultar cruda, pero que es la nuestra, a la que no se debe temer y mucho menos ocultar si se desea sinceramente progresar en la obra común que es responsabilidad de todos.

Los lineamientos económicos y sociales del Partido Comunista de Cuba constituyen un programa, sin embargo, el mismo se alcanzará si al menos la mayoría nos empeñamos en hacer en cada momento lo que corresponde, situando en un primer plano el bien común, vencer los temores naturales a lo desconocido, buscar la eficiencia y sobre todo, una cultura de productores y de servicios dignos, con respeto hacia los que los recibirán.

La estrella que ilumina y mata, debe dar una estocada filosa a la araña del burocratismo, debe caer sobre estibas de informes deformes y triunfalistas, que pueden mediatizar los hermosos proyectos de un modelo justiciero. Algunos de los nuevos quijotes, no gustan de montar en Rocinante y prefieren los carros de marcas  vistosos.

La revolución cubana es un proceso dialéctico complejo y no la improvisación de “aldeanos vanidosos”. No se trata en modo alguno de hacer un coro de consignas que conservan validez como directrices, pero no bastan para mover los brazos caídos, o los perezosos que encuentran en una informalidad improductiva el modo de redistribuir lo que no le corresponde, en la búsqueda de vías alternativas.

Aceptar que los trabajadores por cuenta propia aportan al sistema tributario y prestan un servicio necesario a la sociedad, es una realidad; no demos temerle al mercado como formula universal de redistribución de los productos necesarios y los servicios.

Abrir espacios a la inversión del capital extranjero, sin perder la independencia, soberanía y autodeterminación, no sólo es posible, sino imprescindible para solucionar nuestras carencias financieras, para crear la infraestructura necesaria que ayude al mantenimiento de carreteras y vías férreas. La introducción de tecnologías avanzadas es sólo el primer paso para la sostenibilidad y el progreso económico y social.

La corrupción es real, pequeña si se compara con otras sociedades, más nosotros debemos compararnos con nosotros mismos, si queremos extirpar de raíz un mal que se expande  por el mundo. Actuar sobre las causas y no sobre las consecuencias es un modo martiano de asumir la realidad, de una manera creadora.

El pensamiento martiano sigue siendo la tabla de salvación del proyecto social cubano de hoy y de siempre.

Altagracia de Venero en Contramaestre, Cuba, recibe a José Martí con buen café



“Su casa hoy nos recibe con alegría, en la lluvia oscura y un buen café…”
Por Luis Enrique Jerez.  

Rumbo al nordeste, en las afueras del Contramaestre urbano, existe un barrio cuyo nombre es Alta Gracia de Venero, donde tenía casa y finca el patriota Manuel Venero, mambí de las Guerras de Independencia contra el colonialismo español. José Martí, Apóstol y Héroe Nacional de Cuba, tocó en cuerpo y alma ese territorio del  actual municipio Contramaestre en 1895, lo que forma parte ineludible de nuestro pasado. ¿Cómo vive ese momento?

Máximo Gómez, uno de los grandes jefes de las guerras por la independencia de Cuba, de origen dominicano, condujo a José Martí hasta la casa del buen amigo Manuel Venero, y así se produjo el 9 de mayo de 1895 la entrada del principal organizador de la nueva etapa de lucha, a lo que es hoy Contramaestre, bañado por las aguas del río del mismo nombre, que desembocan en El Cauto, arteria fluvial de mayor recorrido en Cuba.

Todavía se conserva en Altagracia de Venero parte de la floresta de aquellos tiempos, donde sobresale, de manera singular, un frondoso árbol a cuyas sombras José Martí, Máximo Gómez y un reducido grupo de patriotas acamparon aquella noche memorable de mayo. Así lo escribe Martí en su célebre Diario de Campaña de Cabo Haitiano a Dos Ríos.

“(…) A Cosme Pereira nos hallamos en el camino, y con él a un hijo de Eusebio Venero, que se vuelve a anunciarnos a Altagracia…”

Refiriéndose al vecino de Altagracia, Manuel Venero, Martí apunta:

“Su casa hoy nos recibe con alegría, en la lluvia oscura y un buen café…”

Altagracia de Venero, en el Contramaestre actual, municipio perteneciente a la provincia Santiago de Cuba, fue testigo excepcional del recorrido épico de Martí por los campos insulares tal y así está reflejado en su Diario de Campaña: (…) Dormíamos apiñados, entre cortinas de lluvia. Los perros, ahítos de la matazón, vomitan la res. Así dormíamos en Altagracia…”

José Martí fue un personaje de Hollywood




Por Arnoldo Fernández Verdecia.  

Si usted no lo sabía, ya le anticipo que el Maestro es uno de los personajes históricos muy utilizados por la “famosa industria del cine norteamericano”. Analicemos en detalle los intentos de Hollywood de llevar a la gran pantalla a José Martí.

El más universal de los cubanos José Martí, tuvo su recepción en el cine durante la república neocolonial que se estrena en Cuba entre 1902-1958, un hecho curioso, pero a la vez interesante.

Hasta la década de 1950, la imagen de José Martí, se había trabajado de múltiples formas, entre las que se encontraban, en un primer momento, la sacralización del héroe, hasta convertirlo en santo, semidiós, Mesías, el símbolo de la identidad de los cubanos ante la frustración del ideal nacional, como consecuencia del dominio de Estados Unidos sobre la Isla.

Otra de las formas que se trabajó fue la humanización del héroe, hacerlo un hombre cotidiano, de carne y hueso, alcanzable para cualquier cubano simple, pero desgraciadamente, se recurrieron a imágenes que exaltaban su condición de hombre enamorado, gustador de bebidas espirituosas, una humanización que tuvo en la obra de Jorge Mañach, "Martí el Apóstol", su expresión cimera.

Con el gobierno de Fulgencio Batista, a partir de 1952, se intenta llevar una imagen de la vida y obra de José Martí a través del cine; pues se creó una Comisión Nacional Organizadora, que tendría a su cargo la filmación de la vida del más universal de los cubanos.

La cinta seleccionada fue La rosa blanca, estrenada en 1953 y que hirió sensiblemente el sentimiento nacional de los cubanos, la misma tenía un argumento excesivamente romanticista, se desvirtuaba el alcance del pensamiento político de Martí, la imagen que trasmitía era la de un santo apolítico, sacrificado y extático.

Hollywood no escaparía tampoco a la tentación de llevar a Martí a la gran pantalla, en 1956 Warner Brothers produjo una película sobre la guerra Hispano-cubano-americana, con el título Santiago, en la cual Martí caído el 19 de mayo de 1895, aparecía en 1898 planeando la rebelión de los cubanos desde una lujosa e imaginaria residencia en Haití, lo que generó airadas protestas, pues se desvirtuaba la significación política del héroe. 

No obstante a ello, la película se proyectó en Cuba en 1957, y no tuvo la acogida que esperaban sus productores, el hecho de presentar a un Martí rico, alejado de la lucha sacrificada, puede haber sido el motivo principal del rechazo, pues hasta ese momento había predominado la imagen del hombre sacrificado, el santo y el semidiós. 

Luego de estos intentos de llevar una imagen tendenciosa de José Martí al cine, hubo que esperar por una evaluación rigurosa desde el séptimo arte, que llegaría con el triunfo de la Revolución el 1ro de enero de 1959.

martes, 10 de noviembre de 2015

Sociedad Cultural José Martí en Contramaestre: horno de verdades más esenciales del corazón


Por Arnoldo Fernández Verdecia. 

“Los jóvenes, por lo menos, deben ser honrados”;  dijo nuestro José Martí en el periódico Patria el  16 de abril de 1893, en plena faena organizativa de la guerra que traería a Cuba, desde Estados Unidos, la independencia de España. Más de un siglo después, la Sociedad Cultural José Martí, en Contramaestre, municipio del oriente cubano, inspirada en este pensamiento del Apóstol, se propone una campaña de ternura para formar clubes allí donde los jóvenes quieren hacer la patria que sus corazones sueñan.

Empezamos hablando de las agendas turísticas con temas históricos enmarcados en el acontecer local y regional; así surgieron motivaciones, visitas guiadas a lugares de interés común y  los clubes tomaron forma, se  hicieron reales.

Bajo la divisa de asociarse  en la construcción del bien y la utilidad de la virtud, prendió la llama que es ya hoy un incendio, pues llega a más de seis clubes, cuando imaginamos tocaríamos muy pocos oídos sensibles.

Ya somos más de 50 personas, la mayoría jóvenes, así que hay que hablar su lenguaje, estar a tono con sus agendas motivacionales para poder guiarlos en el camino recto de la ascensión a los pedestales más altos de la cultura y los valores morales. Queremos sean hombres y mujeres virtuosos, pero muy cultos, pues ese es el puente donde se cocinan las verdades más esenciales del corazón.

Caminamos  unidos, abrazados a un cuerpo de ideas martianas que nos fortalecen y  alumbran en el tránsito por las sombras de un Período Especial, casi olvidado (1991- ¿ ?), pero que ha dejado muchas marcas en el alma de la gente; algunas frescas todavía en lo material, donde lo humano no importa, interesa la imagen y el tener,  principales atributos  que tarde o temprano traen desgracias a la familia, pues no aprenden a cultivar el ejercicio de la solidaridad y todo se difumina hasta volverse denso, sin salvación.

La Sociedad Cultural José Martí en Contramaestre entra con nuevos bríos al entramado social actual;  sus principales objetivos son:

a) Promover el estudio de la historia de la nación cubana, de sus luchas por alcanzar la plena independencia en sus diferentes etapas, de los valores éticos, políticos y culturales del pensamiento cubano como contribución al fomento de una cultura general integral en nuestro pueblo y a la defensa de nuestra identidad y existencia como nación independiente y soberana.  

b) Elaborar programas y realizar acciones para la más amplia difusión y estudio, tanto en el plano nacional como internacional, de la vida y del pensamiento de José Martí, en estrecha coordinación con la Oficina del Programa Martiano, el Centro de Estudios Martianos, otras instituciones martianas y con el conjunto de los organismos y organizaciones del  Estado cubano interesados en llevar a la práctica este objetivo.

c) Desarrollar vínculos con aquellas instituciones y organizaciones que en el exterior tengan objetivos comunes a los nuestros  y estén también interesadas en colaborar  para  llevar a cabo acciones en temas de mutuo interés.

d) Trabajar porque se incorporen a la organización hombres y mujeres de diversos sectores sociales, interesados en promover las mejores tradiciones culturales, éticas, sociales y políticas de la nación cubana.

e) Contribuir a la formación martiana de las nuevas generaciones, para lo cual se establecerán especiales vínculos con el Movimiento Juvenil Martiano en todas las instancias, así como con las demás organizaciones juveniles y estudiantiles.

f) Debatir y divulgar en todo el país aquellos temas relacionados con el nacimiento, desarrollo, y trascendencia de la cultura cubana y nuestra identidad nacional. Llevar a cabo asimismo el análisis y discusión de temas de relevancia nacional e internacional a la luz del pensamiento martiano.

g) Aunar esfuerzos con organizaciones y organismos nacionales, especialmente en las esferas de la educación, la cultura y la comunicación, para fomentar el estudio y la divulgación de los fundamentos de la nación cubana.

h) Promover en el ámbito municipal, provincial y nacional acciones comunitarias, en coordinación con instituciones culturales y organizaciones de masas y sociales que propicien un conocimiento más profundo de temas de la cosmovisión de José Martí y de la cultura cubana, latinoamericana y universal.

i) Participar en foros y espacios en los que sea posible, nacionales e internacionales, reflejando en ellos los aspectos principales del proceso de luchas por la libertad e independencia de Cuba y dando a conocer la realidad cubana.

j) Aprovechar las nuevas tecnologías de la información en función de los objetivos antes planteados.

¿Son idiotas los que estudian a José Martí?

Ave Fénix, pintura de René Emonides Quintana.

Por Arnoldo Fernández Verdecia.

Sobre el cubano José Martí se ha escrito extensamente, creo que ningún autor de la isla ha merecido más atención. Sin embargo, algunos colegas, intelectuales de vitrina por cierto, afirman que acercarse a los temas martianos es redundar.

Tal vez tengan razón, si evaluamos la cantidad de títulos que se publican en Cuba y el mundo sobre el más universal de los nacidos en esta tierra. En verdad se requiere tiempo y horas de vigilia para mantenerse al tanto de las nuevas lecturas.

De hecho, en su ignorancia, estos señores llegan a heretizar al que escribe sobre Martí en la Cuba de hoy, lo consideran un tema menor y ensalzan a otras figuras y zonas de la vida cultural, según ellos, de mayor vigencia.

En su desatino devalúan acercamientos investigativos diferentes y humillan a estudiantes noveles que aman el culto martiano. No comprendo entonces esa manía de idiotizar a las personas que estudian a Martí, y creen en su obra como modelo de mejoramiento humano.

¿Hasta dónde llega su ceguera? ¿Quiénes son? Generalmente se les puede ubicar en un claustro universitario, dedicados a la hermenéutica de textos, ya manoseados en la literatura universal, u oscuros monjes en la aventura de la Filosofía, u otras ciencias sociales.

A pesar del funeral que, estos señores, pretenden hacerle a José Martí, al reducir a tontos a los amantes de su vida y obra, no está de más recordarles, cualquiera puede escribir la historia de Cuba obviando muchos nombres, e incluso hechos, lo que no puede hacer nadie es ignorar la presencia de Martí.

Así que a esos monjes de oficina, de nombres bíblicos, dedicados al canon de uno u otro autor, cubano o universal, los invito a salir a campo abierto, para demostrarles la actualidad de Martí en los estudios contemporáneos y en la Cuba futura; nadie podrá negarlo en cualquier proyecto fundacional presente o futuro; él siempre estará alerta para juzgarnos en nuestros errores y aciertos.