Por Arnoldo Fernández Verdecia.
Si usted no lo sabía, ya le
anticipo que el Maestro es uno de los personajes históricos muy utilizados por
la “famosa industria del cine norteamericano”. Analicemos en detalle los
intentos de Hollywood de llevar a la gran pantalla a José Martí.
El más universal de los
cubanos José Martí, tuvo su recepción en el cine durante la república
neocolonial que se estrena en Cuba entre 1902-1958, un hecho curioso, pero a la
vez interesante.
Hasta la década de 1950, la
imagen de José Martí, se había trabajado de múltiples formas, entre las que se
encontraban, en un primer momento, la sacralización del héroe, hasta convertirlo
en santo, semidiós, Mesías, el símbolo de la identidad de los cubanos ante la
frustración del ideal nacional, como consecuencia del dominio de Estados Unidos
sobre la Isla.
Otra de las formas que se
trabajó fue la humanización del héroe, hacerlo un hombre cotidiano, de carne y
hueso, alcanzable para cualquier cubano simple, pero desgraciadamente, se
recurrieron a imágenes que exaltaban su condición de hombre enamorado, gustador
de bebidas espirituosas, una humanización que tuvo en la obra de Jorge Mañach,
"Martí el Apóstol", su expresión cimera.
Con el gobierno de Fulgencio
Batista, a partir de 1952, se intenta llevar una imagen de la vida y obra de
José Martí a través del cine; pues se creó una Comisión Nacional Organizadora,
que tendría a su cargo la filmación de la vida del más universal de los
cubanos.
La cinta seleccionada fue La
rosa blanca, estrenada en 1953 y que hirió sensiblemente el sentimiento
nacional de los cubanos, la misma tenía un argumento excesivamente
romanticista, se desvirtuaba el alcance del pensamiento político de Martí, la
imagen que trasmitía era la de un santo apolítico, sacrificado y extático.
Hollywood no escaparía
tampoco a la tentación de llevar a Martí a la gran pantalla, en 1956 Warner
Brothers produjo una película sobre la guerra Hispano-cubano-americana, con el
título Santiago, en la cual Martí caído el 19 de mayo de 1895, aparecía en 1898
planeando la rebelión de los cubanos desde una lujosa e imaginaria residencia
en Haití, lo que generó airadas protestas, pues se desvirtuaba la significación
política del héroe.
No obstante a ello, la película se proyectó en Cuba en 1957, y no tuvo la
acogida que esperaban sus productores, el hecho de presentar a un Martí rico,
alejado de la lucha sacrificada, puede haber sido el motivo principal del
rechazo, pues hasta ese momento había predominado la imagen del hombre
sacrificado, el santo y el semidiós.
Luego de estos intentos de
llevar una imagen tendenciosa de José Martí al cine, hubo que esperar por una
evaluación rigurosa desde el séptimo arte, que llegaría con el triunfo de la
Revolución el 1ro de enero de 1959.
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